jueves, 14 de febrero de 2013

El pasado de San Valentín


Así como la Navidad, la Pascua florida, Halloween, el Año Nuevo y otras festividades de este mundo, el Día de San Valentín es otro intento de “encubrir” las costumbres pervertidas y las observancias de los dioses paganos y los ídolos para “cristianizarlos”.
Tan inocente e inofensivo como pueda parecer el Día de San Valentín, sus tradiciones y costumbres se originan de dos de los festivales paganos más pervertidos sexualmente de la historia antigua: Lupercalia y el día de fiesta de Juno Februata.
Celebrada el 15 de Febrero, Lupercalia (conocida como la “fiesta de licencia sexual”) fue mantenida por los antiguos romanos en honor de Luperco, el dios de la fertilidad y agricultura, protector de manadas y cosechas, y un poderoso cazador — especialmente de lobos. Los romanos creían que Luperco protegería a Roma de bandas de lobos, los cuáles devoraban ganado y personas.
Ayudados por las vírgenes vestales, los Luperci (sacerdotes masculinos) conducían los ritos de purificación al sacrificar cabras y un perro en la cueva de Luperco en la colina de Palatina, donde los romanos creían que los gemelos Rómulo y Remo se habían refugiado y habían sido alimentados por una loba antes de que finalmente fundaran Roma. Vestidos de un taparrabos hecho de cabras sacrificadas y rociadas de su sangre, los Luperci corrían por Roma, golpeando a las mujeres con februa, correas hechas de pieles de cabras sacrificadas. Los Luperci creían que los azotes purificaban a las mujeres y les garantizaban su fecundidad y un fácil nacimiento. Febrero se deriva de februa o “medios de purificación”.
Para los romanos, febrero era también sagrado para Juno Februata, la diosa de febris (“fiebre”) del amor, y de las mujeres y el matrimonio. El 14 de febrero, se ponían billetes (pequeñas piezas de papel, cada una de las cuales tenían el nombre escrito de una adolescente) en un contenedor. Los jóvenes adolescentes entonces escogían un billete al azar. Los muchachos y muchachas cuyos nombres fueron escogidos se convertían en “pareja”, uniéndose en juegos eróticos en festivales y fiestas por toda Roma. Después del festival, ellos permanecerían como parejas sexuales por el resto del año. Esta costumbre fue observada por siglos en el Imperio Romano.